Se murió el escritor
al quedarse sin ideas.
se murió al dejarse
feas
palabras
y ni un sólo
axioma.
Se olvidaron emociones,
se suicidaron letras,
se mataron palabras,
se sentenciaron
oraciones.
Y al morir el escritor,
resurgieron sus mareas
de pensamientos
amados, -mientras
la muerte le coge
de la mano-,
derramando un mar
de tinta negra.
Dejando sus tristes
memorias
como huellas
de su pasado.
Se murió el escritor,
pero no sus historias.
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